martes, 16 de diciembre de 2014

El secreto

El rumor del viento se lo dijo…
Un presentimiento oscuro rondaba su cabeza. Todos los días iban al colegio llamado la Paz.
Entre dunas relucía majestuoso rodeado de casas en forma de huevo. Al otro lado de la carretera polvorienta sobresalían las jaimas de colores.
En el desierto del Sahara siempre se masticaba arena.
Salca le contó a su mejor amiga que algo extraño estaba sucediendo en su familia. Tenía 15 años. De tez morena y ojos brillantes. Una larga trenza adornaba su espalda. En su mano derecha lucía un anillo de color turquesa que le había regalado su novio.
Un día llegó muy triste a clase…
La noche anterior, desde su pequeña y decorada habitación había escuchado un grito de pelea que provenía del salón.
Salca pensó que era de su padre pero no lo tenía muy claro. Para comprobarlo bajó las viejas, descuidadas y crujientes escaleras de madera, con el corazón encogido por temor a ser descubierta.
Cuando llegó a la planta baja se situó detrás de la puerta, que contenía una cerradura por la cual Salca observó la extraña escena. La chica vio como su padre levantaba furiosamente el puño, con una expresión de ira en su rostro. Su madre estaba de espaldas. De repente crujieron las escaleras y ella se fue rápidamente y asustada a su cuarto.
Su padre la oyó y subió las escaleras, cuando llegó vio a Salca con la manta echada y de lado, haciéndose la dormida. El hombre se marchó cerrando la puerta furiosamente y con fuerza, haciendo que retumbara toda la casa. Pero esa noche Salca no durmió.
A la mañana siguiente Salca estaba muy triste. Sus compañeros leyeron en su rostro la preocupación.
Durante las clases no atendió, algo que no era normal en ella. En el recreo, su mejor amiga, le preguntó que le pasaba. La chica, dudó un poco al principio pero después decidió contarlo todo.
Cuando terminó de contar la historia, su amiga Lec la contempló unos instantes y le susurró algo al oído.
-Ven a mi casa a pasar la noche, así pensarás en otra cosa.
Pero Salca, que habría aceptado en otra ocasión, dijo que no.
Lec estaba preocupada, iba a decir algo pero la interrumpió una campana que les indicaba que el recreo había terminado. Salca siguió sin atender durante el resto de clases y aguardaba impacientemente la hora de volver a casa.
Por el camino a esta, se encontró a Alex, su novio que caminó despacio junto a ella. Hasta que se decidió a hablar.
-Anímate, habla un poco, parece que te ha comido la lengua el gato.
Pero Salca entró en su casa a toda prisa y cerró la puerta, no sin antes darle una nota a alez.
El chico dubitativo e incrédulo la leyó.
Lo siento Alex, hoy no me puedo entretener. Estoy muy triste y no te puedo decir el por qué, tan solo Lec lo sabe.
Salca.
Alex se enfadó. ¿Tan poca confianza tenía en él? En ese caso la castigaría, la atacaría.
Durante la comida, hubo un gran bullicio y de repente su madre y su padre hablaron de un gran tema. Se iban a mudar.
-Necesitamos un cambio de aires-dijo su madre.
-Es verdad, necesitas separarte de esos chicos estúpidos que tienes por amigos-aclaró su padre.
-Alex no es un estúpido.-Dijo ella.- Además no pienso irme sin Lec.
-Lec también viene, nuestra familia se mudará con la suya. Alex no.
Salca se levantó y se fue a su cuarto. Tampoco estaba tan mal. El desierto del Sahara no era para ella y Alex… podría vivir sin él. En realidad nunca le había gustado.
Volvió al comedor y dijo claramente:
¿Cuándo nos vamos?- Lo dijo porque supo que la escena de ayer fue un simple malentendido.
Al cabo de un rato llamó a Lec y pasó la noche en su casa junto a su amiga.
Al día siguiente, después de la escuela, las dos familias se marcharon y pusieron rumbo a otro sitio. Sin embargo lo que no sabían las dos chicas, que hablaban y reían animadamente, era que las dos familias se habían mudado para proteger a las dos amigas de Alex.
Ahora, guardemos el secreto.
  

Blanca Ledesma Luque 6ºc 

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