martes, 16 de diciembre de 2014

Una historia de miedo


La Mansión Abandonada

 

Estaba anocheciendo. Yo, sin preocupación, salí a la calle. Al lado de aquel lugar, me esperaban mis dos amigos. Habíamos quedado para dar una vuelta por el extraño sitio.

De repente, frente a nosotros apareció una mansión. Reinaba el silencio y el temor en mí. Mis amigos supongo que no lo habían visto porque seguían hablando y andando muy tranquilamente. Yo, hice como si no hubiera visto nada, pero creo que se dieron cuenta por el temblor tan grande que tenía, que ni me mantenía en pie. Lucas, me dijo:

-Juan, te pasa algo.

-Noooooooo- respondí asustado.

-Sí- dijo José- te pasa algo bastante grave.

De repente, -uaaaaaaaaaaah- gritaron Lucas y José al unísono.

Ya sabían qué me pasaba.

Teníamos mucho miedo, pero por desgracia, nos pudo la intriga.

Ya estábamos dentro. De repente una música extraña empezó a sonar conforme íbamos asustándonos. La puerta, se cerró de golpe apagando la única vela que teníamos. Se llevó también la fuerza de grupo que teníamos pues misteriosamente José y Lucas habían desaparecido. Gracias a un relámpago pude ver unos dos segundos lo que me rodeaba, pero no me gustó. Parecían estatuas lo que pude ver por un momento.

Para descubrir que era lo que hacía esa mansión tan misteriosa, me armé de valor y subí a una habitación. La ventana estaba abierta y entraba aire. Oí una pequeña voz que decía “Soy el fantasma de esta mansión y estoy aquí para matar a todos aquellos que necesite para satisfacer el hambre de muerte que tengo tras morir asesinado en esta inmensa mansión con un hacha clavada en el cuello, y, si no te vas, lo lamentarás”

-¡No me marcharé de aquí sin Lucas y sin José! -grité tartamudeando.

Parece ser que me oyó, pues me bajó por las escaleras y me colocó al lado de algo, que a ser sincero me daba frío. Un segundo relámpago volvió para iluminar la mansión, pero me quedé horrorizado. Frente a mí, pude ver a José y a Lucas, congelados sangrando y sin ojos. Pero no eran ellos los únicos, pues, allí estaban muchísimas más estatuas heladas, creando un laberinto. Entonces intenté escapar, pero me choqué con algo, y esta vez, no lo pude distinguir. Era un espejo. Miré y me vi a mí, con un alma detrás, con un hacha en la mano. De repente pude oír:

“Es la hora de que te vayas, pero si te vas, te aseguro que será sin vida.” yo, grité lo más fuerte posible (seguro que sería lo que hubieses hecho si fueses tú el que estaba allí) pero;

¿Quién me iba a oír? Y, si me había oído alguien, ¿Quién? ¿Vendría a rescatarme ese “alguien” a las tres menos cuarto pasadas a esta mansión?

Creo que no. Entonces, pienso que aquí se acaba todo, mi vida, la de esta mansión, mis recuerdos…

Pero os aviso:

No vengáis a esta mansión si queréis acabar como yo y como mis amigos, helados, sangrando sin ojos y con un hacha en el cuello;

pero, si se os ocurre venir, pensad:

 

¿Iría alguien a rescataros? ¿Quién? Y, ¿cuándo?

 

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