La Mansión Abandonada
Estaba
anocheciendo. Yo, sin preocupación, salí a la calle. Al lado de aquel lugar, me
esperaban mis dos amigos. Habíamos quedado para dar una vuelta por el extraño
sitio.
De
repente, frente a nosotros apareció una mansión. Reinaba el silencio y el temor
en mí. Mis amigos supongo que no lo habían visto porque seguían hablando y
andando muy tranquilamente. Yo, hice como si no hubiera visto nada, pero creo
que se dieron cuenta por el temblor tan grande que tenía, que ni me mantenía en
pie. Lucas, me dijo:
-Juan, te
pasa algo.
-Noooooooo-
respondí asustado.
-Sí- dijo
José- te pasa algo bastante grave.
De
repente, -uaaaaaaaaaaah- gritaron Lucas y José al unísono.
Ya sabían
qué me pasaba.
Teníamos
mucho miedo, pero por desgracia, nos pudo la intriga.
Ya
estábamos dentro. De repente una música extraña empezó a sonar conforme íbamos
asustándonos. La puerta, se cerró de golpe apagando la única vela que teníamos.
Se llevó también la fuerza de grupo que teníamos pues misteriosamente José y
Lucas habían desaparecido. Gracias a un relámpago pude ver unos dos segundos lo
que me rodeaba, pero no me gustó. Parecían estatuas lo que pude ver por un
momento.
Para
descubrir que era lo que hacía esa mansión tan misteriosa, me armé de valor y
subí a una habitación. La ventana estaba abierta y entraba aire. Oí una pequeña
voz que decía “Soy el fantasma de esta mansión y estoy aquí para matar a todos
aquellos que necesite para satisfacer el hambre de muerte que tengo tras morir
asesinado en esta inmensa mansión con un hacha clavada en el cuello, y, si no
te vas, lo lamentarás”
-¡No me
marcharé de aquí sin Lucas y sin José! -grité tartamudeando.
Parece ser
que me oyó, pues me bajó por las escaleras y me colocó al lado de algo, que a
ser sincero me daba frío. Un segundo relámpago volvió para iluminar la mansión,
pero me quedé horrorizado. Frente a mí, pude ver a José y a Lucas, congelados
sangrando y sin ojos. Pero no eran ellos los únicos, pues, allí estaban
muchísimas más estatuas heladas, creando un laberinto. Entonces intenté
escapar, pero me choqué con algo, y esta vez, no lo pude distinguir. Era un
espejo. Miré y me vi a mí, con un alma detrás, con un hacha en la mano. De
repente pude oír:
“Es la
hora de que te vayas, pero si te vas, te aseguro que será sin vida.” yo, grité
lo más fuerte posible (seguro que sería lo que hubieses hecho si fueses tú el
que estaba allí) pero;
¿Quién me
iba a oír? Y, si me había oído alguien, ¿Quién? ¿Vendría a rescatarme ese
“alguien” a las tres menos cuarto pasadas a esta mansión?
Creo que
no. Entonces, pienso que aquí se acaba todo, mi vida, la de esta mansión, mis
recuerdos…
Pero os
aviso:
No vengáis
a esta mansión si queréis acabar como yo y como mis amigos, helados, sangrando
sin ojos y con un hacha en el cuello;
pero, si
se os ocurre venir, pensad:
¿Iría
alguien a rescataros? ¿Quién? Y, ¿cuándo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario